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Una educación sin distancia en Universidad Castro Carazo
Doctora Eleonora Badilla Saxe

Sin distancia

Quienes nos dedicamos a la educación hemos escuchado hablar del “aprendizaje significativo” que promueven algunos autores, como por ejemplo David Ausubel. Tienen razón y en promoverlo y en estrategias y en técnicas para lograrlo. Creo que estaremos de acuerdo con el concepto, aunque resulte redundante. El aprendizaje, por definición, debe ser significativo, si no, no hay aprendizaje. Es decir, si no sé qué significa o no tiene significado para mí, no lo he aprendido.

De forma inversa, o contraria, “aprendizaje a distancia” es un concepto comúnmente aceptado, aunque sabemos que ningún aprendizaje puede darse distanciado. El aprendizaje para poder ser relevante, debe tener cercanía afectiva, cognitiva y física. De lo contrario, no hay aprendizaje. Es decir, el aprendizaje a distancia, no existe.

La distancia geográfica ha tratado de acortarse de muchas maneras: por correo tradicional, por medio de la radio, la televisión, la prensa y recientemente, por los medios digitales: computadoras, tabletas, teléfonos inteligentes y conexión a internet. En Costa Rica, el pionero en acortar las distancias geográficas fue nuestro fundador, Miguel Ángel Castro Carazo, quien desde principios del siglo XX ideó un sistema para hacer llegar el conocimiento a los rincones más alejados del país. Con el apoyo de Correos de Costa Rica, los Jefes Políticos y la Iglesia, logró su cometido. Luego, vinieron otros sistemas e instituciones que buscaban el mismo propósito de acortar distancias, y que curiosamente se llamaron “a distancia”.

En este momento, y debido a las restricciones que nos ha impuesto la crisis sanitaria debido a la pandemia, es que debemos echar mano de las nuevas tecnologías digitales y las conexiones disponibles para hacer que la educación sea sin distancia. Con este propósito, el país debe redoblar esfuerzos para garantizar las conexiones y velocidades de Internet en toda la nación, así como ofrecer los dispositivos necesarios a las poblaciones más vulnerables. También hay una responsabilidad individual e institucional de colaborar con estos esfuerzos. Aún hay mucho por hacer.

Pero acortar las distancias geográficas es solamente el primer paso y no garantiza que las personas aprendamos. Hay otras dos distancias que se deben acortar para que el aprendizaje realmente se dé, es decir que sea significativo. Me refiero a eliminar las distancias cognitiva y afectiva. Y estas dos distancias hay que tratar de eliminarlas estemos en la misma habitación física o en lugares geográficos interconectados.

El aprendizaje es un proceso profundamente afectivo. La lejanía afectiva y la indiferencia, son grandes obstáculos para aprender. Por el contrario, la empatía entre las personas sin duda es un gran estimulante en la construcción del conocimiento. De esta forma, repito, estemos en un aula física o en un entorno virtual, hay que cuidar los aspectos afectivos. La persona aprendiente debe sentir la presencia de su docente, debe saber que le interesa, que le acompaña, que está dando seguimiento al proceso. En un entorno virtual, la presencia se manifiesta con mensajes constantes, que pueden ser por correo electrónico, por grupos que se organizan en diversas redes sociales o mediante los foros que proveen las distintas plataformas de aprendizaje en línea.

Acercar la información al aprendiente de manera que pueda convertirla en conocimiento es el reto permanente del proceso educativo. En modelos más verticales, se le llama enseñar; en modelos participativos se conoce como facilitar, mediar o acompañar. Se trata, de hacer que los elementos de la realidad y del pensamiento sean asimilados y acomodados por la persona aprendiente a su propia estructura cognitiva, para que encuentre su significado y construya conocimiento.

Tanto en aulas físicas, como en entornos virtuales mediar entre el contenido por conocer y la estructura cognitiva de los y las aprendientes, es vital. En diferentes momentos de la historia esa mediación se ha hecho de formas distintas. La pregunta socrática en la antigua Grecia es una técnica que mantiene validez hasta nuestros días. La exposición y transmisión de ideas son adecuadas siempre y cuando no se abusen de éstas, y se pueda complementar con otras maneras de hacerlo.

Recientemente, la clase inversa ha demostrado tener un impacto positivo en las nuevas generaciones. De igual forma, el trabajo en equipos (no grupos, equipos), la indagación por parte de quien aprende, el juego de roles, las dramatizaciones y los diálogos o lenguajeos como los llama el biólogo chileno Humberto Maturana, son diversas técnicas para cerrar la brecha cognitiva entre quien aprende y el contenido.

Es importante procurar que el énfasis esté en el aprendizaje, y que el interés esté en la persona aprendiente.  Entonces el aprendizaje, por definición debe ser significativo, y la educación debe ser sin distancia.